jueves, 22 de enero de 2015

LLEGAN LOS ROMANOS A LA PENÍNSULA

La ocupación romana del litoral mediterráneo de la Península Ibérica en el contexto de la guerra contra Cartago, a finales del siglo III a.C., alteró radicalmente la organización política y social, la cultura y las condiciones de vida de las comunidades indígenas. La región fue escenario de combates decisivos que culminaron con la conquista de ''Qart Hadasch'', que los romanos llamarán Carthago Nova, en 209 a.C.

Fuente:http://www.recursosacademicos.net/

La consecuencia principal de la guerra fue la progresiva pérdida de autonomía política de las comunidades indígenas. Los diversos caudillos (reguli) intentaron utilizar esta guerra en beneficio propio, aliándose con romanos o cartagineses para enfrentarse con sus vecinos y enemigos tradicionales.

Se va produciendo progresivamente la romanización del territorio, entendiéndose por romanización el proceso de transformación socio-cultural que afectó a los pueblos indígenas mediterráneos, sometidos militarmente a Roma. Este fenómeno tuvo una intensidad variable, en función de los contactos previos de estas sociedades con otras culturas púnico-helénicas, y de las modalidades de la conquista.

La búsqueda de la colaboración con las élites locales fue una constante de la acción de Roma, que no pretendía, en nngún caso, alterar el orden social, sino adaptarlo al modelo itálico.

La ciudad, entendida como comunidad estructurada polítca y socialmente, con autonomía administrativa y centro de una forma de vida y de una cultura de élites, es el motor de promoción de este cambio.

En definitiva, la presencia romana estable, ejercida como dominio militar y administrativo, afectó gravemente las estructuras tradicionales de gobierno existentes y modificó la posición y función de la aristocracia, que perdía, desde ese momento, su papel guerrero y político.

Al mismo tiempo, llegaban colonos y comerciantes itálicos que implantaron unos nuevos sistemas de producción, una gestión económica basada en la moneda y modelos de mercado grecorromanos.

En este contexto, las poblaciones locales asimilan algunas manifestaciones de la vida romana, como las transformaciones en la arquitectura pública y privada o en la organización de los asentamientos, que asumieron de forma progresiva un carácter urbano. Con todo, algunos elementos de la cultura ibérica parecen haber perdurado hasta finales del siglo I a.C.

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