El Calcolítico es el periodo
comprendido entre mediados del IV milenio y el II milenio a.C.
Caracterizado por las primeras manipulaciones del metal.
Se introduce una serie de innovaciones,
fruto de la evolución interna de las sociedades peninsulares, en el
ámbito de la economía y la organización política y social. La
economía se asienta en una ganadería, compuesta por ovejas, cabras,
cerdos, caballos y ganado vacuno, y una agricultura plenamente
desarrollada, capaz de intensificar la producción de cultivo de
cereales, leguminosas y lino, coincidiendo con el desarrollo de redes
de intercambio más regulares y amplias con sociedades más avanzadas
del Mediterráneo central y oriental, y con el desarrollo de la
metalurgia del cobre.
Conjunto de piezas. Calcolítico. |
La evolución de las bases de
subsistencia se acompañó de un incremento demográfico que condujo
a la creación de poblados de caracter más estable. Los poblados
calcolíticos son de gran tamaño, situados en lugares de fácil
defensa, bien comunicados y protegidos por sistemas fortificados, con
torres y murallas. Junto a este tipo de poblados principales,
aparecen aldeas de explotación agropecuaria, que carecen de sistemas
defensivos y pierde paulativamente su caracter estacional. Las
viviendas son generalmente unifamiliares, eran construcciones
sencillas, usualmente de planta circular, que disponían de
estructuras de almacenamiento o silos.
Todos estos procesos se reflejan en los
primeros síntomas de diferenciación social y organización
política, evidentes por la distinción existente en los patrones de
asentamiento y ajuares funerarios.
Izq. Puñales de pedúnculo. Der. Punzones. Cobre. |
En cuanto al dominio del metal, los
primeros indicios de experimentación con metales se sitúan en
Próximo Oriente, hacia finales del V milenio. En Europa estas
experiencias no se documentan hasta el IV milenio, en el norte de los
Balcanes y en el Sureste de la Península Ibérica; desde estas
regiones, la metalurgia se difundiría por el resto del continente.
El temprano origen de la metalurgia en el Sureste peninsular responde
a la existencia de una gran riqueza minera.
El trabajo del metal supone un cierto
nivel de conocimientos y destrezas técnicas que se alcanzaron
gracias al dominio previo de las técnicas de elaboración de la
cerámica. Una vez extraído el mineral, se transportaba al poblado,
donde se fundía en pequeños hornos, que en el caso del Sureste se
trata de vasijas-hornos (crisoles), que se colocaban en agujeros
semiexcavados en el suelo. A veces contaban con una cámara exterior
de reducidas dimensiones a modo de chimenea y toberas, y fuelles para
regular la entrada de aire. Los objetos producidos con más
frecuencia eran punzones, puntas ''palmela'', anillos y brazaletes.
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